Además del amarillo del Cuerno de Oro y el Gran Bazar, Estambul nos sorprendió con el rojo de la bandera turca, presente en las concentraciones que se empezaron a formar y de las que fuimos testigos.
El vestido que me compré en la calle Istiklal se ha convertido casi en un tesoro de guerra, o por lo menos de revolución, un recuerdo de los momentos de tensión y a la vez históricos que vivimos.
También nos acompañó el rojo en las terrazas y en los puestos ambulantes. En la basílica cisterna,monumental, con más de 200 columnas en el subsuelo, y hasta en los zapatos,cómodos comodísimos con los que me pateé la ciudad (¿existe esta forma escribir la forma verbal de patear?).
Más de 13 millones de habitantes... Tres zonas geográficas diferentes y multitud de barrios dispersos entre Europa y Asia. Aquí dejo algunas fotos más, pero faltan otras. La saga estambuliota continuará...