Cuando se publique esta entrada, nosotros estaremos en un hammam, uno tradicional, nada de sauna en un salón de belleza o spa, uno de verdad con sus azulejos de colores y grifos de agua, que tiene una tunecina en Biot, un pueblo al lado de Niza.
El ritual que nos tenemos preparado:
Exfoliación al jabón negro, mascarilla de rassoul, puede que masaje, y un té a la menta con dulces típicos. Vamos, que cuando salgamos no nos vamos a acordar ni de cómo nos llamamos...
En París solía ir a uno también muy auténtico, en el XIXème arrondissement, me encontraba tan limpia y despejada al salir de allí que no me apetecía meterme en el metro y me daba auténticas palizas para volver andando hasta casa y no tener que tocar ninguna barra, ningún asiento o ninguna puerta...