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20 octubre, 2013

Boudator y su nuevo reloj en la línea Maginot

¿Cuánto tiempo me hace falta para ver algo que me gusta y entusiasmarme?
Nanosegundos.
Tengo una capacidad impresionante para quedarme prendada de algo. Cierto es que iba buscando un reloj nuevo, con colores otoñales y me acerqué a Swatch pidiendo algo granate, pero descubrí en la vitrina una serie de imitaciòn al carey y cuando me probé el modelo Testudo, un mix entre pulsera y reloj, ya no me lo quité, tienen además dos tallas según el tamaño de tu muñeca.
Es muy clásico y me hizo pensar en las peinetas que guarda mi abuela en el arcón, pero al llevar el brazalete elástico es a la vez muy moderno.
Luego ya en la calle mandé la foto a mi tía. Que como es una superdotada de las compras me dijo que ella ya tiene uno parecido y que pega con todo.







Los otros dos modelos, el Ecaille y el Manouria


Más contenta que unas castañuelas con mi nuevo reloj no presté atención cuando el franchute me pidió que le acercara a él y a un amigo a Menton desde donde harían una ruta por el monte. Comimos a la hora francesa y les dejé en Menton mientras me paseaba por el centro oyendo hablar italiano.

Es muy curioso, los últimos pueblos franceses antes de la frontera se llenan de italianos de compras los fines de semana, y en los primeros pueblos italianos pasada la frontera se oye hablar francés.

Me tomé una citronnade, agua con limón y azúcar, y me subí por una carretera mortal por la de curvas que tiene, hasta Sainte-Agnès, el pueblo donde les tenía que esperar, en el mirador con vistas a Menton y lugar en el que se conserva un fuerte militar de la línea Maginot.

Peeeero... Subiendo por el monte se perdieron y me tocó esperar, mucho, me leí toda la hisoria de esta línea de defensa y cuando nos montamos en el coche de vuelta ya no hablé. Habíamos quedado para salir y ver una obra de teatro y yo en el coche sólo venía pensando en que ya no me daba tiempo a lavarme el pelo y acicalarme. El franchute me miraba por el retrovisor sin decir nada pero su amigo me dijo... Tu fais Boudator?

En francés el verbo "bouder" significa algo así como enfadarse y no respirar... Ja ja y lo cierto es que con los brazos cruzados en la parte de atrás del coche y sin abrir la boca, dejaba claro que quería que se viera lo molesta que estaba.

Así que ahora este amigo me llama Boudator, pero creo que piensa que todas las mujeres lo somos, así que me importa menos...












16 mayo, 2013

Mónaco antes del Casino

Hasta 1848 Mónaco ocupaba un territorio de 24 km² que se extendía desde Menton hasta Niza y vivía de la exportación de los limones y del aceite de oliva. Aquel año Menton y Roquebrune se declararon ciudades libres bajo la protección del reino de Piamonte-Cerdeña, y el territorio del Principado se vio drásticamente reducido. En 1860 cuando el condado de Niza pasó a formar parte de Francia, las fronteras de Mónaco quedaron establecidas y así se han mantenido hasta hoy día, con apenas 2 km² de territorio.




Con semejante pérdida la pregunta principal que se hicieron era la de cómo sobrevivir. Aunque Francia se comprometió a retribuir económicamente la pérdida de las tierras durante 10 años, de esta temporal compensación no podía depender el futuro de Mónaco.

El impulso del cambio lo tuvo una mujer, la Princesa Carolina, madre y consejera de Charles III, el príncipe reinante, a quien le propuso autorizar en Mónaco un casino, una idea que hasta entonces no había obtenido la adhesión necesaria para poderse realizar.


Charles III

Desde 1836 los juegos de dinero estaban prohibidos en Francia y los lords ingleses y príncipes rusos frecuentaban los círculos de juego clandestinos de Niza y Cannes. Con la creación de una estación balnearia y un casino, el Principado esperaba atraer la aristocracia cosmopolita europea y con ese propósito se constituyó la Société des Bains de Mer en 1856, que debía construir los establecimientos donde se desarrollarían las actividades de juego así como todas las infraestructuras urbanas necesarias (canalizaciones, agua, gas...). En 1863 François Blanc, hombre de negocios francés, intervino en el proyecto, mejorando los transportes (le Train Bleu) y lanzando en una fase de importantes inversiones inmobiliarias. Con mucho ingenio transformó el nombre inicial de la zona (Spélugues) y rindiendo homenaje al príncipe la nueva zona de ocio pasó a llamarse le Mont-Charles, Monte-Carlo en italiano.

En muy poco tiempo Monte-Carlo empezó a recibir la afluencia de la élite europea y convirtiéndose en una estación turística de primera y en un nombre reconocido internacionalmente.   




05 marzo, 2013

Fête du Citron de Menton

Menton es el último pueblo costero francés antes de la frontera con Italia, conocido sobre todo por sus suaves temperaturas y por ende por acoger un número importante de jubilados entre su población.

La zona vieja, encaramada en una colina, con sus fachadas coloridas y calles estrechas, tiene un típico sabor italiano. En las colinas de Menton se cultivan los cítricos y con ocasión del Carnaval se organiza la Fiesta del Limón que este año celebraba su 80 aniversario y que conmemoraba La vuelta al mundo en 80 días.

Durante dos semanas han estado expuestas las creaciones en limones y naranjas (casi 100 toneladas) y lo cierto es que nos sorprendió la cantidad de gente y la talla de lo que vimos.

Mis padres no pararon de hacer fotos con sus teléfonos y seguro que lo contarán con todo detalle a la familia y amigos.



Web oficial del evento: http://www.fete-du-citron.com/