18 julio, 2016

Démunie

Qué triste volver al blog con este dramático acontecimiento.


Lo hago porque necesito escribir, sacar una parte de lo que me conmueve y me da miedo desde el pasado jueves. La cabecera de este blog es "Una española en Niza" y aunque lo tenga medio abandonado y ahora solo me ocupe de instagram, muchas de las personas con las que interactúo de forma habitual llegásteis a mí por medio de esta bitácora.


Muchas gracias, de corazón, por haber pensado en nosotros. Muchos os manifestásteis por instagram, muchos amigos por whatsapp, por facebook, otra mucha gente que nos conoce llamaron a mis padres.

Después del alivio de la primera noche, de la consternación del segundo día, de la tristeza en el tercero, ahora es la sensación de desamparo la que me ha invadido.

Tengo que escribir, imprimir y guardar lo que siento, lo que hemos vivido, porque estoy profundamente afectada.


Conocí al franchute en el curso 2003/2004, en el momento de los atentados del 11 M escribí un email a todos mi compañeros de clase en la Sorbona, donde éramos tres españolas, una rusa, una turca, un austríaco y el resto franceses. Edouard siempre me lo recuerda, porque yo era una estudiante más bien discreta, que no solía seguir al grupo mayoritario cuando salíamos de clase, pero levanté la voz para contarles lo que sentía y lo importante que era lo que había pasado en Madrid. Entre nosotros apenas habíamos cruzado unas palabras y a él le pareció mi gesto algo desmesurado. No lo sé, no he vuelto a releer ese email, pero a mí me vino bien sacarlo de entre mis tripas.


Aunque llevaba casi cuatro años en París, sentí el soplo de aquel atentado muy cerca, porque crecí en Móstoles y los trenes de cercanía habían sido mi entorno los primeros dos años en la universidad. Mi madre seguía cogiendo esa misma línea desde Alcalá con transbordo en Atocha alguna tarde en la que comía con sus compañeros de trabajo. Ella lo pasó fatal y aquello nos marcó a todos.

Desde entonces el terror ha golpeado otros muchos lugares, siempre me ha conmocionado ver el sufrimiento desencadenado por una sinrazón de la que no entiendo el orígen.

No soy una persona muy politizada y mi primer reflejo no es de el mirar a nuestros gobernantes haciéndoles culpables o cómplices de las tragedias que se van sucediendo, porque no creo que tengan poderes mágicos para resolver los graves problemas de este mundo.


De ahí el desamparo que siento hoy día, esto lo va a poder parar alguien?


Niza estaba amenazada, tal y como lo estaba y está Francia, lo sabíamos desde los Carnavales del 2015, pero esta pequeña ciudad de provincias de poco más de 350.000 habitantes me parecía estar lejos de cualquier foco de interés mundial. Nunca pensé que un drama de tal magnitud pudiera estar adormecido esperando sacudirnos.

Desde que llegamos hace 4 años hemos asistido bastantes veces a ver los fuegos artificiales en la Promenade des Anglais. Este paseo marítimo tan envidiado es un decorado ideal, las luces se reflejan en la bahía y el espectáculo merece ser visto.

Cuando vivíamos en el centro creo que no nos perdimos ninguna de las Prom' Party, las soirées de fuegos artificiales y música con el paseo cerrado al tráfico. Recuerdo enfadarme y tener que tirar del franchute; "venga, vamos que llegamos tarde, ya han empezado, nos vamos a perder la mitad... "

El viernes Facebook me recordaba una de esas noches, con una foto que me hice con dos amigas que estaban en casa un 14 de julio.




Un 14 juillet quoi! un día en el que a todo el mundo le apetece estar de celebración, dar la mano a sus hijos y disfrutar de la noche.


Cuando ví el cartel con el calendario de las cuatro noches de fuegos artificiales de este verano me desilusioné un poco. El 14 de julio teníamos visita e iba a ser difícil organizar a todo el mundo para ir a verlos. El 30 de julio estaríamos en el pueblo, el 15 de agosto de vacaciones quizás ya en Lisboa. Solo nos quedaba el 28 de agosto, el mismo domingo en el que mis padres vuelven a Niza.


El jueves pasado pues, la hermana del franchute y su familia desembarcaron en casa. Después de varias negociaciones durante el día, decidieron que fuéramos todos a cenar a casa de su hermano mayor. A mí me venía bien porque yo había estado trabajando y así no tenía que preparar mucho, había dejado hecha una tarta de chocolate la noche anterior, solo había que coger una botella de vino y nada más.


Antes de llegar a cenar a casa de mis cuñados nos fuimos todos a bañar a la playa. Aparcamos delante de la Fondation Lenval (el hospital de los niños pone en el gráfico de El País). Allí nacieron las gallifantas, desde las ventanas de la habitación en la que pasamos una semana podíamos habernos contemplado dos años después. Eso me inspiró un profundo momento de serenidad y felicidad.




El agua estaba bastante fresca, el miércoles había soplado muchísimo viento. Las gallis se quedaron jugando con los cantos, les galets, se bañó primero su padre, hice una foto y la publiqué en IG y cuando salió del agua me bañé yo. Salieron todos del agua, nos secamos, nos cambiamos como pudimos sujetándonos las toallas, porque ya no había sol y empezábamos a tener frío.


Le dije al franchute que dejara allí aparcado el coche, son apenas 10 min andando hasta casa de su hermano, donde nunca hay sitio para aparcar.   Prefirió moverlo, me dijo que lo dejaría delante de la puerta del garaje de un vecino que conoce a su hermano y también nuestro coche así cuando nos volviéramos a casa podíamos meter a las niñas directamente.


En ese mismo lugar donde estuvimos aparcados hasta las 20h, empezó el atropello mortal de los viandantes. Esto no lo pensé en un primer momento, pero no ha dejado de contaminar mis pensamientos desde ayer, de ahí el desamparo que siento.


Sus tres sobrimos mayores no querían andar así que se fueron con él al coche, yo me fui andando con su hermana, su hermano, su cuñado y su sobrina que quería ir de la mano de María y Carmen.








Cenamos en la terraza de mis cuñados, oímos los fuegos, cayeron tres gotas, se levantó mucho aire y María que estaba agotada se puso muy llorona así que levantamos el campamento pasadas las once.


Las metimos en el coche, cogimos la voie Mathis, una especie de carretera de circunvalación, oíamos muchas sirenas y enseguida pensé que debía haber sucedido algún incidente durante los fuegos. Por culpa del viento habían sido anulados por ejemplo en Marsella y me imaginé que con el airazo que se había levantado alguno podía haber caído en los edificios de la Promenade.


No debimos tardar más de 15 minutos en llegar a la calle donde aparcamos y me saltó un mensaje de un amiga de París, una persona con la que tenemos un contacto muy puntual, preguntándonos si estábamos bien. Me puse muy nerviosa, las gallis llegaron dormidas y con ellas en brazos y cargados con más bolsas salimos disparados a casa.


Las echamos en la cama, según venían vestidas y ya no nos pudimos despegar de la tele y de nuestros móviles hasta bien entrada la madrugada. Puse en instagram y facebook el mensaje diciendo que estábamos en casa.



30 muertos en plena Promenade, la imagen del camión delante del Casino del Palais de la Mediterranée. Enfrente habíamos comido hace 10 días. Son lugares por donde no estamos hartos de pasar, tan cercanos, tan familiares. Tan difícil imaginarlos en medio del terror y del caos.





El viernes con la cifra de fallecidos en constante aumento y los detalles del asalto la consternación se apoderó de mí. Por la mañana me dediqué a enviar mensajes y a hacer algunas llamadas. La mayoría de nuestros amigos habían aprovechado el puente para irse unos días, otros no habían salido porque trabajaban el viernes. Unos amigos muy cercanos sí que estuvieron viendo los fuegos, la madre se quédo en casa con el bebé que acaban de tener pero para hacer algo "de mayores" el padre bajó con el crío de 4 años y en cuanto acabó el espectáculo se pusieron en marcha de vuelta a casa. Que el camión irrumpiera momentos después del final supongo que habrá salvado muchas vidas, si lo hubiera hecho con la multitud inmóvil, extasiada frente al mar, las cifras habrían sido aún más trágicas.


El franchute trabajaba pero le pedí que volviera pronto a casa. Nos fuimos por la tarde a un pueblo costero, era necesario que nos diera el aire y también nos dimos un chapuzón, con cada abrazo que me pidieron mis hijas les fui apretando más y más.







Hice de cena salmorejo y dos tortillas de patata, puisimos la mesa a todo color y la velada fue agradable.






El sábado me levanté muy pronto y muy triste, bajé a buscar el desayuno, cruzar tres palabras con la gente era muy doloroso y decidimos irnos a Italia.





Volvimos a Alassio, donde fuimos los únicos extranjeros. Comimos con los pies en la arena mientras las gallis corrían de un lado a otro, no conseguimos esas preciadas tumbonas de la tradición balnearia italiana pero disfrutamos del sol y del agua. Una de las veces que corría detrás de María, una señora en bañador y blusa blanca me preguntó si era española. Resultó ser una monja también española que vive en Roma y que estaba pasando unos días de vacaciones. Hablamos de la tragedia en Niza, de la virgen del Carmen , me dijo que había hablado con su hermana que también se llamaba Carmen.












Hicimos unas compras muy italianas (parmesano, gresini, aceite de oliva  (bueno, seguro que era español pero embotellado muy bonito) y volvimos a casa.

En la autopista los carteles de Liberté Egalité Fraternité te devolvían el nudo a la garganta.






Ayer domingo no teníamos del todo seguros qué hacer. Bajar al Vieux Nice, ir a la Prom? Lo hicimos, las calles des casco viejo que suele ser un homiguero en esta época estaban excesivamente tranquilas. Entramos en la catedral, Santa Reparata, en plena misa, oímos el evangelio y nos salimos, al franchute le entrevistaron de una radio pública americana.


El Cours Saleya, no tenía el movimiento de colmena que suele ser el suyo y la Prom, en la zona por la que nosotros paseamos estaba muy silenciosa. No nos acercamos a la zona afectada, pero el franchute sí que quiso ir luego él solo, para mí era vital volver a admirar nuestra ciudad y disfrutarla aún con lágrimas en los ojos.


Volvimos a casa a comer y descorchamos una botella de champagne, ayer celebrábamos además de nuestro sexto aniversario de boda, el poder estar juntos.









Carmen me vió llorar, leyendo el periódico era difícil contenerse. Se vino enseguida a mí, dándome el consuelo que ella ya sabe ofrecer a su hermana.

Por la noche cuando estuvimos en su cama rezando y jugando dijo "maman pleure". Me quedé helada. Le dije que sí que mamá también lloraba, como ella o como su hermana otras veces.
 
Os cuento todos estos detalles porque fueron las pequeñas cosas, las coincidencias, los detalles, las risas de mis hijas, las comidas familiares, los tomates que se siguen poniendo coloraos aunque no he tenido ni 5 minutos para admirarlos este fin de semana, las que no dejan de existir, las que harán que consiga salir del estado de conmoción en el que me encuentro. La vida va a retomar su curso, pero yo no puedo imaginarme cómo lo va a hacer para todas esas familias afectadas por la tragedia y la barbarie.


No entiendo nada. Rezo por esas víctimas y por el consuelo de sus familiares. Espero llegar a encontrar algo de paz en unos días.