13 febrero, 2015

Espangouins en Francia

Desde que llevo viviendo en Francia siempre he oído multitud de cosas buenas cuando le he dicho a la gente que soy española. Casi todo el mundo ha estado alguna vez en España y no mantienen ninguna animosidad a pesar de lo que desde España podamos pensar. 

Sin embargo la cálida acogida que tenemos hoy día no fue la regla durante los años de emigración española. Y aún hoy existe el despectivo término de "espingouin" con el que se conoce al emigrante español.

La primera vez que supe de lo poco amables que fueron los gabachos con los españoles que llegaban allá por los años 60 fue gracias a la historia personal  de José, el cocinero de mi foyer universitaire, en el que viví dos años. José era una persona poco habladora en general, pero con el pequeño grupo de españolas que entramos aquel año en la residencia de la rue de Condé creo que se sintió bien. Éramos españolas que compartíamos la misma situación que las francesas de nuestra edad. A él cuando llegó con sus padres a Francia le trataban de "sale Espagnol", porque los pobrecitos españoles no eran precisamente bienvenidos. 

Hoy los españoles ya no somos el blanco de las reticencias de la sociedad francesa, ese puesto lo ocupan ahora otros emigrantes; pero no se puede olvidar lo que representamos durante muchos años. 

La excelente película "Les femmes du 6ème étage" reflejaba la vida de esas españolas que trabajaban como criadas o limpiando. 



Hoy por casualidad me he topado con un documental que no conocía, "Si tu vas à Paris", que retraza la historia de 7 valencianas del mismo pueblo, Poliñá de Júcar, que emigraron a París. Además de contar cómo era su día a día en la capital al servicio de los franceses también exponen el sentimiento de lo que vivían cuando volvían a su pueblo de vacaciones, alguna gente hasta decía que trabajaban como putas. Una de ellas con mucha gracia dice en el reportaje que hizo de todo menos eso. 



Si os interesa podéis verlo en el siguiente  enlace:


Al hilo de estas historias de emigrantes, acabo de terminar un libro que me regaló el franchute (sin acritud eh...) estas Navidades. 

El último premio Goncourt,  "Pas pleurer", es de la autora Lydie Salvayre, hija de emigrantes españoles. Al tratarse de una novela que tiene como telón de fondo la Guerra Civil española y cuya protagonista principal de la historia se llama Montse, lo cierto es que tenía muchas ganas de leerlo.

El libro no recrea toda la historia de la madre de la autora, se ciñe sobre todo a la memoria que le queda del verano de 1936 y de los acontecimientos que la hicieron abandonar España. 

Me ha gustado pero no encantado, he sonreído con las ocurrencias de vocablos aproximativos que la madre se inventa , del estilo "j'étais estomaquée" "j'avais les pieds prendis dans une trempe" "s'en va sans arrepentiment" ; pero el conjunto se queda algo soso. 


El libro se va a traducir al castellano y sl catalán este año pero yo creo va a perder gran parte de su esencia. Si os podéis atrever con su versión original, en francés y "frañol", leedlo.



11 febrero, 2015

La operación Pièces Jaunes

A principios de año empiezan a verse por todos sitios las tirelires (huchas) de la operación Pièces Jaunes, una iniciativa de la Fundación de Hospitales de París que en el 2015 cumple su 25º aniversario. El objetivo de esta colecta de dinero es recaudar fondos para invertirlos en mejoras de las zonas de pediatría de estos hospitales (creación de estancias para los padres, desarrollo de actividades para niños y adolescentes...  proyectos varios que son de mucha utilidad para todas las familias afectadas que deben pasar tiempo en un lugar del que sólo esperan poder salir cuanto antes).

Suelo acumular bastante chatarra en el monedero, porque siempre quiero pagar con prisas y nunca me paro a contar las monedas, que la baguette vale 90 céntimos, pues doy el euro o los dos euros que primero vea y no estoy sacando monedas más pequeñas, así que cuando me quiero dar cuenta el monedero lo tengo a reventar. A menudo descargo en las cajas del McDonalds, ya sabéis, en esas huchas con forma de casita que dicen están destinadas a la Fundación Ronald McDonald... 

El otro día en el aeropuerto tuve tiempo de vaciar de papeles y monedas mi bolso y me encontré hasta con monedas turcas... Esas las he dejado en el bote de los lápices del trabajo, llamadme guardamierdas sí, las de los euros las he dejado en una de estas huchas Pièces Jaunes. 








04 febrero, 2015

Premier mercredi du mois

Cada premier mercredi du mois hay algo que sorprende mucho a cualquier extranjero en Francia. A las 12 en punto del mediodía las sirenas de los edificios públicos se ponen a sonar a la vez durante un minuto, una especie de simulacro general de alerta a la población que permite saber si estos dispositivos se mantienen en buenas condiciones en caso de ser necesario su uso. 

Estas sirenas, herencia de la red nacional de alerta que se instauró durante la segunda Guerra Mundial, todo el mundo las reconoce y entiende que en caso de producirse su uso la situación supondría un peligro inminente grave... Ataque terrorista, accidente nuclear... El sonido entonces duraría 3 ciclos y sería la señal para buscar un lugar seguro y confinarse en él a la vez que se emitiría la información en algunas ondas de radio...




03 febrero, 2015

... Ya en febrero...

Me hubiera gustado hacer un post recapitulativo del 2014, quelle cuvée! Un grand cru como se diría en el mundo del vino. Pero se pasó el momento. Luego pensé en contaros las Navidades pero por Ig vísteis lo principal, Nochebuena y Navidad en Niza, primer vuelo de mis gallifantas ese mismo 25 para viajar hasta el pueblo, familia, bautizo (por fin!), Nochevieja y de vuelta a Francia. 
Unos primeros Reyes edulcorados porque aún no entienden, clarostá, pero que encontraron donde parar de camino a España. 

El mes de enero se nos ha esfumado en un pis pas; galette por aquí, cena acá, re-galette à la maison... 

Cuando hay quien nos dice que disfrutemos que se hacen mayores rápido, no termino de entender muy bien el consejo. Nosotros no hacemos más que disfrutar y estamos solos para ocuparnos de ellas. La espera para ser padres nos hace aún más conscientes de la entrega y el compromiso que se merecen.

Con excepción de la noche que pasé en urgencias en el mes de julio, las he bañado y las he acostado cada noche y me he levantado n veces cuando ha hecho falta. La noche del viernes 30 al 31 de enero fue la primera noche en la que las dos no se despertaron durante 10 horas!! Cuando el sábado desayunábamos no nos lo creíamos. ¿A qué hora te has levantado? C'était qui Carmen? No, esta noche no me he levantado et toi? Moi non plus!!! 

No lo han vuelto a repetir pero no nos preocupa, estamos ya acostumbrados a los desvelos nocturnos, a los biberones en la oscuridad, son momentos casi sagrados que sabemos no durarán siempre. El llanto que cesa cuando las coges, más besos, las manitas que te buscan, husmear sus cabecitas, dejarlas en la cuna y arroparlas, contando los pasos y conociendo al dedillo cada ruido de nuestra casa. 

Veo que van cambiando y cada vez las quiero más y más, sobre el amor materno poco puedo decir que no resulte obvio... Me emociono con las cositas que van aprendiendo y haciendo, no siento nostalgia de las primeras semanas o meses porque estuve al 200% y no he dejado de disfrutar. Y lo que es mejor... sé que los meses que vienen serán aún más emocionantes.

El tiempo pasa rápidamente, pero no solo para con los bebés, aunque con ellos y sus cambios físicos resulte muy elocuente. También con los más mayores. Mi abuela está en estos momentos en una fase complicada y la pienso todo el tiempo. 
El tiempo también se me escurre de las manos a mí ¿ qué aprendo, qué me hace feliz, quiénes me emocionan, con qué disfruto? La vida en ese continuo día a día ¡ y gracias! nos permite muchas alegrías acentuadas por las dificultades.

Côté travail... Es difícil que algo motive, estoy deseando salir para ir a buscarlas chez la nounou o à la crèche. Intento impedir pensar que lo que realizo está vacío de contenido en comparación con la posibilidad de pasar con ellas todo mi tiempo. Ahí habría tema para debate, pero no lo profundizo sin duda para que no duela y me consuelo porque he conseguido una reducción de mi horario y los viernes no trabajo, corrijo, no voy a la oficina, aunque siga a distancia algunas cosas... es el precio a pagar por una jornada sin horarios con mis hijas que resulta incoherente que parezca un privilegio.