De camino hasta mi banquito al sol he visto varios de estos carteles del ayuntamiento de Mónaco y me he quedado atónita. El doggy bag ( o métame por favor esto en algún sitio que no me lo voy a comer) existía ya en París, por lo menos supuestamente porque yo nunca ví a nadie salir con él, pero no imaginé que en este mundo paralelo que vende riqueza, glamour y bling bling, el sector público quisiera darle trascendencia a estas peticiones de clientes en los restaurantes.
Me han enseñado a comerme lo que me ponga en el plato, así que no tengo una idea muy precisa de si lo haría o no, pero algo me dice que no...