Con este polvorón y las dos tabletas de turrón que llevaré mañana a La Poste (el Correos francés, que también hace de banco y donde tengo la impresión que no trabajan muchos espabilados) se acabó lo bueno, dulce y transportable de las ultimas Navidades. Los mazapanes y pasteles de gloria pasaron a mejor vida hace ya unas semanas.
Espero que la familia austriaca con la que intercambio turrón (blando y duro) por tabletas Milka de rellenos empalagosos desde hace ... unos 15 años... lo reciba pronto y que lo disfrute tanto como cuando lo comieron por primera vez.
Y en unas horas, libreeeeeee.
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