26 julio, 2015

Melón

El franchute se rodeó de españoles su año de Erasmus en Londres, aquello debió de ser la semilla que germinó con el tiempo, el descubrimiento para él de unas relaciones sociales intensas y de muchos matices del modo de vida español. 

Entre aquel grupo de amigos, uno de ellos le acogió bajo su ala y tenía por costumbre llamarle melón de forma cariñosa. Me ha contado la anécdota varias veces y me hace bastante gracia. 



Por nuestro aniversario de boda trajo flores a casa pero en lo que está sembrado últimamente y con lo que más me sorprende es con la compra. Se va haciendo un experto. Es algo de lo que no se ha ocupado mucho nunca y si por casualidad iba a comprar, el 80% de las veces volvía con tomates (muy rojos y blandos, los que menos me gustan), latas de maíz en conserva, lechuga, quesos (en plural porque no sabe decidirse por uno solo) y pan. El 20% más, eran compras extraordinarias del estilo papel higiénico, cervezas o vino.

Cuando le decía "trae algo de fruta" aparecía con manzanas, plátanos y  alguna pera. No vienen nunca mal, sobre todo ahora para hacer las compotas de las gallis pero son frutas perennes y casi tristes si se ven solas en el frutero...

Cuando hace poco trajo sandía la sacó de la bolsa como si fuera un trofeo. Yo aún no la había comido este verano y aunque había estado tentada varias veces, por no cargar con más peso (tenemos algunos escalones antes de llegar a casa) no la había comprado, sabiendo que en agosto en España me acabaré hartando de ella. 

La tarde que fuí a visitar a una amiga recién parida le llevé una y pensé en comprar otra de vuelta a casa pero salí de la visita ya de noche.

La semana pasada cenaron en casa mis suegros y en vez de con el consabido helado con el que solemos terminar muchas cenas, apareció con un melón español que sacamos de postre. Ellos siempre nos ponen el melón suyo francés como entrante, así que nuestra cena parecía una confrontación de culturas... Dijeron que no les importaba comerlo de postre (igual que a mí no me importa comerlo de primero aunque prefiera comerlo después...).

El sábado mientras nosotras fuimos a la pescadería él se encargó del resto de la compra, como un maestro... Mini sandía, melón piel de sapo y otro enorme y muy oloroso melón francés. Le di la enhorabuena en cuanto deshicimos las bolsas y ví todo aquello y se lo he estado repitiendo cada vez que nos hemos preparado platazos como éste. 



O este otro:




¡¡¡Ay melón, cómo has cambiado!!!

María y Carmencita se manchan y guarrean pero tampoco dejan parar ningún trozo. ¿Será por ellas lo del cambio? 
 







1 comentario:

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