25 abril, 2013

La Villa Kerylos

Hace unos días me propusieron ir a ver una exposición sobre el nacimiento de la escritura en el Mediterráneo, además de apetecerme ver a la amiga que me lo propuso, también quería conocer por fin uno de los sitios más curiosos de la Costa Azul, la Villa Kerylos, un palacio en homenaje al mundo griego que el erudita Théodore Reinach hizo construir sobre un saliente de tierra en Beaulieu-sur-Mer entre 1902 y 1908. En aquellos años de plena innovación arquitectural, con la promoción del vidrio y el metal, su deseo fue algo extravagante. Pero la Costa Azul era el lugar de todos los excesos, donde se reunía una rica sociedad que vivía de fiesta en fiesta; monarquías, fortunas ancestrales, burgueses enriquecidos por la industria y el comercio... y sus construcciones a cada cual más ecléctica se fueron sucediendo de forma natural.

Sin embargo el proyecto de Théodore Reinach difiere de los demás caprichos millonarios porque se trató del primer proyecto de recrear una vivienda de la Grecia antigua.

Le puso el nombre de Kerylos, que en griego significa golondrina de mar. Pero más allá del aspecto poético y la situación del terreno, el emplazamiento no facilitó la realización del proyecto. La parcela de terreno era exigua, el desnivel importante y quedaba muy expuesta a los elementos: viento, mar y sol.

El arquitecto, Emmanuel Pontremoli tuvo además que tener en cuenta la personalidad del comanditario y sus costumbres. Théodore Reinach tenía 6 hijos de dos matrimonios y quería que todos residieran en la casa. Además contaba recibir a menudo a sus familiares y conocidos.

Si la civilización de la Grecia helenística era esencialmente urbana, aquí la mansión se encuentra aislada de todo, pero respeta el repliego sobre sí misma y organiza la vida en torno al patio interior o peristilo. Habitaciones para invitados, baño, biblioteca, salón de música, comedor… Maderas, mosaicos, mármol, pinturas murales se alternan de una estancia a otra. No le falta detalle, hasta los muebles, ligeros y desmontables, respetan la tradición griega, todo en una harmonía muy lograda con el azul del cielo y del mar asomando por cada rincón., en la que toda manifestación de modernismo ha sido olvidada. Salí de allí con el espíritu renovado, tengo que volver, porque el sitio además de interesante por su historia tiene unas vistas espectaculares...


















2 comentarios:

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