25 mayo, 2013

Je t'aimais, je t'aime et je t'aimerai

“No hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado, para darte cuenta de cuánto has cambiado tú" (Nelson Mandela)

Que París es una de las ciudades más bonitas del mundo es difícilmente discutible, aunque me haya encontrado alguna vez con algún que otro insensible a sus encantos.
El miércoles, después de dejar Niza y sobrevolar unos Alpes nevados preciosos, cuando el avión se aproximaba a Orly lo primero que reconocí fue la Tour Montparnasse (rascacielos inmenso y sin sentido del 6ème, al final de la Rue de Rennes, que viene desde St Germain des Près y acaba a sus pies). Luego me entretuve con la Tour Eiffel, contando la de veces que subido, la primera de viaje de fin de curso en 1° de BUP, mi primera visita a París que supongo fue decisiva para después...

Seguí intentando reconocer más sitios desde el cielo y desde mi asiento de ventanilla.
Y de eso se ha tratado durante los 3 días que he pasado en la que fuera mi ciudad, en pasar por cuantos más sitios mejor, en una especie de gymkana imaginaria, desde la cómoda ventanilla de quien sabe que luego vuelve a la tranquilidad de casa.

Después de un año he encontrado la ciudad exactamente igual, con algún que otro pequeño cambio nada sustancial. Me acordaba de las salidas de los andenes en el metro para hacer los transbordos rápidamente, de los pasillos, de su olor, de sus ruidos... Y ahora más que nunca he salido de cada viaje lavándome las manos con el gel del bolso. No sólo los subterráneos, también en superficie.. ¿París ha sido siempre una ciudad sucia? ¿O es que ahora el azul y el aire del Mediterráneo cotidianos acentúan mi malestar frente a la suciedad?

Pero a pesar de lo malo, París es única y te permite ir pasando sin descanso de maravilla en maravilla... Milagrosamente salvaguardada durante la II Guerra Mundial, París es un concentrado de monumentos, historia, perspectivas, vistas, paseos, puentes, parques y museos.
He pensado mucho en la suerte que he tenido al vivir más de 10 años allí, me conozco cada arrondissement y cada una de sus palpitaciones. Reconozco sus virtudes, perdono sus defectos y la sigo queriendo, porque la he querido y la querré siempre.

Me he prometido no dejar pasar otro año antes de volver, porque sí, reconozco que la he echado de menos. Lo sé cuando a pesar del dolor de pies y el mal tiempo (6 grados el viernes y lloviendo a mares) no me amedranté y seguí andando hasta notar las vértebras aplastadas, refrescando la memoria y reabsorbiendo cada rincón del escenario de la que fue ma vie de parisienne.

Una etapa que transcurrió entre lo mejor que puede ofrecer una gran ciudad, encuentros y descubrimientos en todos los ámbitos; personal, culinario, profesional, teatral, cultural...
Y también con su lado más consumista, en los bistrots y magasins que invitan a gastar.

En estos 3 días he podido saciarme con 3 exposiciones de las que ya publicaré alguna que otra foto:
- Dynamo, sobre la luz y el movimiento en el arte contemporáneo, en el Grand Palais
- Lolita Lempicka y Art Nouveau en la Pinacothèque

Y también he entrado con ganas en tiendas que no tenemos en Niza y que echaba de menos... Gap (por los vaqueros y las prendas de color), Hema (el bazar venido de Holanda con mini precios y maxi ganas de comprarlo todo), Gibert Jeune (prix d'occasion en los libros), Kiehl's (una BB cream con factor de protección solar del 50), UNIQLO (tienda de ropa japonesa) más los Starbuck's (qué bueno su bizcocho de té verde) y la apertura de & Other Stories del grupo H&M...

Con el poco tiempo restante he disfrutado de la compañía de Kenza y Wilson, grandes amigos desde hace años, y cruzarme un rato con Morgane y Josefina para así ponernos al día mientras esperamos que bajen a vernos. À très bientôt les amis!

Las fotos, hechas con el móvil y siendo los días grises, no valen nada, pero para mí evocan mucho. Paris je t'aime!
Sobrevolando los Alpes

St Philippe du Roule, con el poco cielo azul que he podido ver

Una furtiva Place Vendôme

St Eustache en obras
Les Halles, el corazón de la ciudad abierto

Etienne Marcel, nuestro antiguo edificio

La Fontaine St Michel, punto de encuentro

Pasmada casi todo el tiempo

Rue Tiquetonne, plus branchée que jamais...

Las "torrecitas" de la Conciergerie. Mama va por ti

Notre-Dame


La Madeleine

Una de las crêperies en las que trabajé

Dynamo en el Grand Palais

Con Kenz, nueva Pocahontas






Y si has llegado hasta aquí abajo a pesar de las cutrefotos, te mereces a Francis Cabrel:


Y el karaoke si quieres practicar el francés:


Y que no se le ocurra a Shakira venir jodiendo con nueva versión...



8 comentarios:

  1. París es una ciudad que enamora, al menos conmigo lo consiguió y por lo que leo, contigo también!
    Pero mi primer recuerdo fue de la suciedad. Aunque lo compensa con todo lo que ofrece.
    Un beso

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    1. Eso es la bueno compensa con creces los aspectos más negativos. Besos

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  2. París a mi también me tiene enamorada.

    Besos.

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    1. Oh oui! Tiene tanto que ofrecer que es difìcil volver decepcionado.

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  3. Un viaje muy personal por lo que veo, casi un viaje interior. Me alegro de que disfrutaras.

    Buen domingo

    Norma

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    1. Hola Norma, suongo que todos los viajes lo son, pero es cierto que volver a la que ha sido tu casa lo hace aún más especial.

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  4. Me ha encantado la crónica de tu viaje, y si, París es una ciudad que cuando se conoce se ama y permanece en el recuerdo. Su encanto es visible, pero esa permanencia no ocurre con otras que también lo tienen. No sabría explicarlo pero quienes hemos vivido allí lo comprendemos. Un beso guapa.

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    1. Hola Conchy! Yo pienso a veces en cuando sea viejita y pueda contar en tal rue estaba esto en tal Place esto otro, vivì aquí, aquí, aquí...

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